
Monday, August 23, 2010
Una cajetilla de cigarros cuesta $11usd
Escribo este post desde un café en Brooklyn, a una semana exactamente de haber llegado a Nueva York.
Ojalá fuera posible que todos los seres humanos experimentaran por una vez en su vida el no ser absolutamente nadie entre paisajes desconocidos y que la causa del maravilloso desencuentro fuera un sueño por hacer realidad.
Ahora mismo me parece que no existe mayor fortuna que la no pertenecia.
Todo es una sorpresa, imposible perder la capacidad de asombro, las personas, de cualquier color y sabor, las estaciones de metro, los conciertos, los grupos sobre el escenario, los aplausos. La gran cantidad de ciclistas, el calor desproporcionado del verano, la lluvia que agradecemos. Las monedas que no logro identificar, el cambio que acumulo en un botecito para no pasar verguenzas usándolo. Las personas que celebran mi nacionalidad sin haber ido a México jamás. Los debates políticos en las lavanderías. El ilimitado esfuerzo de los inmigrantes por mantener sus barrios tan arraigados comos se pueda en su cultura. La comida internacional. La heterogeneidad. Quienes te llevan hasta donde vas. El silencio inexistente. Los helados de yogurt, el café helado. El agresivo aire acondicionado. La infinidad de historias que escuchar. Cruzar en cámara lenta un puente hacia una isla donde incontables seres humanos hacen su vida. Ver agua cada día.
Constantemente olvido quién soy, quién era y a qué he venido. Si estoy aquí de paso o si tarde o temprano me acostumbraré.
Aquí todo sucede al mismo tiempo, “you have to let go the feeling that you are missing something”, me dicen.
“No tengo nada que ver conmigo mismo” – Oliveira.
(En Nueva York la leche de soya no se diluye en el café.)
Thursday, August 19, 2010
Al tradicionalismo le gusta su atavío: es una calavera parroquial con ánimo de fiesta. “No usen el condón”, pregona, “sean fieles a la castidad, Renuncien al sexo y sólo así se les perdonará no haberlo hecho antes. Sólo si abominan de su cuerpo serán felices y quienes desobedezcan a la Calavera Moralina, que forniquen sin preservativos, para que su muerte cruel notifique de las consecuencias del pecado.” El tradicionalista baila con mesura y gravedad. “Nada de publicidad al condón, instrumento del demonio. No se le permita al maligno emponzoñar la muerte de los jóvenes con recordatorios de la existencia del cuerpo y del sexo.” El tradicionalista se aprueba a sí mismo. Y su índice de fuego encabeza el carnaval de las admoniciones.
Los amigos muertos se adueñan de la memoria convertidos en imágenes circulares, rostros, gestos, frases, escenas cuya calidad memorable ahora aquilatamos. De ellos, de los desaparecidos en las brumas hirientes de la plaga, vamos sabiendo lo que nos negó la cercanía: la firmeza y la coherencia de sus actitudes, el estilo de vivir mucho más armonioso de lo que jamás supusimos, la delicadeza de su trato, la generosidad. Los amigos muertos son el diálogo incesante y la melancolía de las conversaciones pendientes. Y son la certeza de que, si es verdad la metafísica, se encuentran ahora, con su mirada entrenadísima y la experiencia cinegética, en la esquina del Más Allá y la Lujuria Pendiente
Tres días después de la muerte de Kurt Cobain
Déjame pensar que estabas limpiando la pistola.
“El hombre es lo inacabado, aunque sea cabal en su misma inconclusión; y por eso hace poemas, imágenes en las que se realiza y se acaba sin acabarse del todo nunca. Él mismo es un poema: es el ser siempre en perpetua posibilidad de ser completamente y cumpliéndose así en su no—acabamiento. Pero nuestra situación histórica se caracteriza por el demasiado tarde y el muy pronto. Demasiado tarde: en la luz indecisa, los dioses ya desaparecidos, hundidos sus cuerpos radiantes en el horizonte que devora todas las mitologías pasadas; muy pronto: el ser, la experiencia central saliendo de nosotros mismos hacia el encuentro de su verdadera presencia. Andamos perdidos entre las cosas, nuestros pensamientos son circulares y percibimos apenas algo que emerge, sin nombre todavía.”
Octavio Paz
un hombre condenado a ser la serpiente
que guarda un oro infame,
un hombre condenado a ser Shylock
un hombre que se inclina sobre la tierra
y que sabe que estuvo en el Paraíso,
un hombre viejo y ciego que ha de romper
las columnas del templo,
un rostro condenado a ser una máscara,
un hombre que a pesar de los nombres
es Spinoza y el Baal Shem y los cabalistas,
un hombre que es el Libro,
una boca que alaba desde el abismo
la justicia del firmamento,
un procurador o un dentista
que dialogó con Dios en una montaña,
un hombre condenado a ser el escarnio,
la abominación, el judío,
un hombre lapidado, incendiado
y ahogado en cámaras letales,
un hombre que se obstina en ser inmortal
y que ahora ha vuelto a su batalla,
a la violenta luz de la victoria,
hermoso como un león al mediodía.
Friday, August 13, 2010
Sunday, August 8, 2010
When You’re Strange. A Film About The Doors
