
Tuesday, December 14, 2010
Conozco mi suerte. Un día se apoyará en mi nombre el recuerdo de algo tremendo, el recuerdo de una crisis como no la hubo en la Tierra, de la más profunda colisión de conciencia, de una decisión conjurada contra todo lo que hasta entonces se había creído, exigido, santificado. Yo no soy un hombre, yo soy dinamita.
Me siento como si en el contacto con todos los hombres estuviera condenado al silencio o a la hipocresía.

“What I wanted was to die among strangers, untroubled, beneath a cloudless sky. And yet my desire differed from the sentiments of that ancient Greek who wanted to die under the brilliant sun. What I wanted was some natural, spontaneous suicide. I wanted a death like that of a fox, not yet well versed in cunning, that walks carelessly along a mountain path and is shot by a hunter because of its own stupidity…”