Thursday, September 16, 2010

Cuando la vida amorosa se acaba, toda la vida se vuelve un poco convencional y forzada. Se mantienen la forma humana, el comportamiento habitual, una especie de estructura; pero, como suele decirse, uno ya no hace nada de corazón. Cuando uno ha renunciado a la vida, sólo subsisten los contactos con los comerciantes. En mi caso, se limitan a unas palabras en inglés. No hablo tailandés, cosa que crea a mi alrededor una barrera asfixiante y triste. Lo más probable es que jamás llegue a comprender Asia, pero eso no tiene mucha importancia. Se puede vivir en el mundo sin comprenderlo, basta con que te proporcione alimentos, caricias y amor. En Pattaya los alimentos y las caricias son baratos, según los criterios occidentales e incluso los asiáticos. Del amor me cuesta hablar. Es un fenómeno misterioso. Entraña la dicha, la sencillez y la alegría; pero sigo sin saber por qué o cómo se produce. Y si no he entendido el amor, ¿de qué me serviría entender todo lo demás?
MICHEL HOUELLEBECQ, PLATAFORMA

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