Monday, November 15, 2010

Pobreza


Cuando eres pobre y estás hambriento
y quieres a tu perro,
compartes con él tu comida.
No hay amor como el suyo.
Cuando eres pobre y estás hambriento
y tu perro se pone enfermo,
no puedes permitirte llevarlo
al veterinario.

Así que tienes que verlo cada vez más enfermo,
ver cómo tose sangre y llora toda la noche.
No puedes pagar para mandarlo a dormir suavemente.
Así que tu tío se pasa gratis por casa
y le pega a tu perro dos tiros en la cabeza
y lo entierra en el vertedero del pueblo.


Sherman Alexie, Diez pequeños indios

Luis García Berlanga (1921 - 2010)

The Radio Dept. - Where damage isn’t already done

He was found by the Bureau of Statistics to be

One against whom there was no official complaint,

And all the reports on his conduct agree

That, in the modern sense of an old-fashioned word, he was a saint

For in everything he did he served the Greater Community.

Except for the War till the day he retired

He worked in a factory and never got fired,

But satisfied his employers, Fudge Motors Inc.

Yet he wasn’t a scab or odd in his views,

For his Union reports that he paid his dues,

(Our report on his Union shows it was sound)

And our Social Psychology workers found

That he was Popular with his mates and liked to drink.

The Press are convinced that he bought a Paper every day

And that his reactions to advertisements were normal in every way.

Policies taken out in his name prove that he was fully insured

And his Health-card shows he was once in a hospital but left it cured,

Both Producers Research and High-Grade Living declare

He was fully sensible to the advantages of the Installment Plan

And had everything necessary to the Modern Man,

A phonograph, a radio, a car and a frigidaire.

Our researchers into Public Opinion are content

That he held the proper opinions for the time of year;

When there was peace he was for peace when there was war he went.

He was married and and added five children to the population,

Which our Eugenist says was the right number for a parent of his generation,

And our teachers report that he never interfered with their education.

Was he free? Was he Happy? The question is absurd:

Had anything been wrong, we should certainly have heard.

W. H. Auden

David Bowie, Drive-in Saturday

Uno de los inventos más fecundos y remuneradores que el control social ha lanzado al mercado en los últimos años es el drogadicto. Pasto de sociólogos y psicólogos, de médicos y policías, de jueces, sacerdotes y políticos, esta dócil criatura mitológica “nuestro semejante y hermano, hipócrita lector” es sentimentalmente tan polivalente como un cuchillo de excursionista: infunde pánico, inspira compasión, suscita desprecio, merece castigo o readaptación, es objeto de estudio, simboliza y expresa como un logotipo penalizado los males de este siglo que le conjuró. Un interlocutor más sutil y melodramático definirá al drogadicto como “quien se deja esclavizar por las drogas”. La esclavitud, eso sí que es grave: desdichadamente, no resulta tan fácil precisar quién es esclavo, quién aficionado, quién amigo íntimo o simple aliado táctico.


Dejemos de lado la hipocresía mojigata: numerosísimos líderes políticos, grandes capitanes de industria, artistas, profesores de universidad y por supuesto policías y magistrados, toman habitualmente cocaína o heroína sin por ello hacer cosas más raras o reprobables que el resto de la población. No sé si tomar unas copas o pincharse de cuando en cuando mejora a nadie; admito que la salud pueda resentirse; pero el que cualquiera se convierta por ese medio en una piltrafa babeante de forma obligatoria es obviamente falso. Los hay que van al fútbol a pegarse con el vecino por un quítame allá ese gol y los que disfrutan olímpicamente del espectáculo: a unos la pasión futbolística les sienta mejor y a otros peor. Hace falta mucha química para convertir en piltrafa a quien no tiene vocación, mientras que sin química ninguna puede esclavizarse a multitudes.


Los valores de nuestra civilización los inventaron unos piratas mediterráneos cuyos ritos más sagrados de inmortalidad se iniciaban bebiendo un secreto brebaje alucinatorio; fueron reforzados por la aportación de una secta herética judía que tenía, como ceremonia fundamental, la ingestión de vino y una oblea de poderes mágicos espirituales; se han completado a través de los años con aportaciones de poetas, artistas y pensadores aficionados al vino, a la absenta, al ajenjo, al láudano, al éter, al opio, a la ginebra, etc. No, no es la defensa de la civilización lo que esa prohibición consigue, sino el auge de un negocio tan fabuloso que sus perseguidores y denunciadores oficiales son a fin de cuentas los menos interesados en que acabe jamás, lo que indefectiblemente ocurriría si (y sólo si) se legalizasen las drogas.


Añádase todo esto la invención científico-mítico-penal del drogadicto como chivo expiatorio posmoderno, y tendremos una de las prohibiciones más fecundas en consecuencias útiles al poder desde aquella famosa de la manzana en el primer jardín.

FERNANDO SAVATER

Nico, These Days

En todas las épocas los hombres han intentado librarse de las exigencias conflictivas de su libertad buscando una instancia superior que zanjase por ellos las opciones fundamentales. Hoy, el disolvente universal para la culpa es la ciencia. Por eso la medicina es una institución social tan importante. Durante milenios, los hombres y las mujeres rehuyeron la responsabilidad teologizando la moral. Hoy la rehuyen medicalizandola. El Estado teocrático pretendía salvar a los hombres por decreto, reprimiendo ejemplarmente en ellos todo lo que había quedado establecido como “malo”; el Estado terapéutico pretende curar a los hombres de ser lo que son, por las buenas o por las malas. Ambos modelos, desde luego, pretenden coaccionarnos por nuestro bien.
THOMAS SZASZ

by thischarmingman1981

La Carretera de Cormac McCarthy

Libros que nos hacen reir a carcajadas en el metro, que nos hacen llorar en un café. Que nos aburren, que leemos sin entender, que abandonamos traicionando el acuerdo autor-lector, porque probablemente hemos dejado de creerle. Libros de tramas que olvidamos, de frases que recordaremos siempre, que releemos en la cotidianidad fuera de las letras.
Libros que nos afectan. Personajes que aparecen en sueños, finales que nos dejan perplejos.

La Carretera es una novela que terminé de leer el doce de noviembre del dos mil diez, a la una de la tarde en un café sonorizado por el nuevo álbum de Cee Lo Green. Un par de páginas antes de cerrar el libro los sonidos se extinguieron, los movimientos a mi alrededor no alcanzaban mi percepción. Miré un punto fijo donde refugiarme. Me detuve, se detuvo el mundo. Un momento por favor. Lloro un poco, me contengo. No puedo creerlo. No me puedo mover. Necesito un abrazo. No conozco a nadie. Me ofrecen más café, not yet. Me mira, se pregunta si estoy bien.
Tengo que salir. Necesito música tranquila para volver.

“Cuándo no tengas nada más, inventa ceremonias e infúndeles vida.”

El final da el justo valor a cada párrafo que le precede. Quizás, en el recorrido por la carretera podrían parecer demasiados. Por momentos también nos cansamos, como ellos, como el niño y el hombre que protagonizan una relación de padre e hijo en lo que parece ser el los últimos días sobre la tierra, los sobrevivientes al fin de la civilización.

El libro está logrado en sus mejores momentos por cuotas de terror que estremecen al lector. La cantidad de detalles delegados a la imaginación es la condición de posibilidad de la conmoción ante “el fatigoso contraespectáculo de las cosas dejando de existir”.

Es un libro importante para la narrativa estadounidense contemporánea, cuyas virtudes son las imágenes evocadas a través de la descripción de procesos elementales para la supervivencia cuando no queda nada más que una carretera que seguir. Los sutiles roces con la poesía de la naturaleza desahuciada. La inteligencia de un texto que juega con los sentimientos del lector sin manipularlos. La inagotable desesperanza.

Monday, November 8, 2010

Well, how did I get here?

Ride, Rise, Roar es el primer largo de David Hillman Curtis. El filme documenta la más reciente gira de David Byrne, cofundador de los Talking Heads y cuya última colaboración con Brian Eno, Everything That Happens Will Happen Today, cautiva en algunos escenarios del mundo en los que Byrne se presentó durante el 2008 y 2009.

Incluye las canciones (logradas a partir de tres cámaras ubicadas entre el público en cada concierto, tomas contínuas que mezclan diferentes presentaciones), Once in a Lifetime, Life is Long, I Zimbra, Road to Nowhere, One Fine Day, The Great Curve, My Big Nurse, Burning Down the House, Houses in Motion, Air, Life During Wartime, Heaven, I Feel My Stuff, Everything that Happens Will Happen Today. Entrevistas con Byrne, en su estudio en Nueva York, con los músicos, los bailarines, los coreógrafos, los coristas y la más encantadora de todas, con Brian Eno y Byrne explicando cómo trabajan juntos, cómo es que las personas nunca se preguntan por el significado de las melodías sólo por el de las letras, cómo funcionana como pareja creativa.

Es interesante cómo aquella habilidad que le leémos en su libro Bicycle Diaries, para hablar de la civilización a partir de su disposición a los ciclistas, por ejemplo, la vemos en el documental en las desiciones que toma para la elección de quienes colaboran para los conciertos, en la inclusión de la danza contemporánea en el acto en vivo, en los mismos movimientos, la vestimenta, los discursos, etc.

Saturday, November 6, 2010


“But what of the man? I know his name was Guy Fawkes, and I know that, in 1605, he attempted to blow up the houses of Parliament. But who was he really? What was he like? We are told to remember the idea, not the man, because a man can fail. He can be caught. He can be killed and forgotten. But four hundred years later an idea can still change the world. I’ve witnessed firsthand the power of ideas. I’ve seen people kill in the name of them; and die defending them. But you cannot kiss an idea, cannot touch it or hold it. Ideas do not bleed, it cannot feel pain, and it does not love. And it is not an idea that I miss, it is a man. A man who made me remember the fifth of November. A man I will never forget.”




El buen crítico no estorba, sino ayuda, y su misión, entre otras cosas, es de índole pedagógica, pues guía a los demás lectores. El crítico es un lector, pero un lector más alerta y más “total”, de sensibilidad más aguda: las cualidades de recepción del lector corriente están como extremadas y exacerbadas en el lector especial que es el crítico. Y éste, además, tiene una íntima necesidad de comunicación: debe participar a otros la impresión recibida. Recrea, en cierta forma, la obra del poeta; es una especie de creador. En el poeta, la creación tiene un carácter absoluto: él no juzga. El crítico sí juzga, pero en esta tarea no se apoya fundamentalmente en bases científicas, sino en una intuición personal iluminada por la inteligencia.


El creador original parte de la emoción suscitada en él por un hecho de la naturaleza, de la humanidad, de su vivencia personal, de su fantasía. El crítico parte, creadoramente, de su impresión de la obra literaria. Si todo lector refleja, como un espejo, la experiencia artística transmitida por el poema, el crí¬tico, lector privilegiado, dotado no sólo de mayor receptividad y de mayor sagacidad literaria, sino también de la capacidad de comunicación, es un espejo mucho más fiel y sensible, de más pronta respuesta. Y, además, un espejo mucho más amplio, mucho más capaz de reflejar en toda su complejidad la esencia de la obra. Las impresiones que en el lector ordinario son difusas e imprecisas, se dan organizadas, coherentes y luminosas en el crítico.


Entre el crítico excepcional y el criticastro hay una gama infinita, análoga a la que hay entre el poeta genial y el poetastro. Lo que hace al gran poeta es su modo de experiencia especialmente valioso, y además una ex¬tremada sinceridad, una acrisolada fidelidad a su visión, y la capacidad creadora de comunicarla; el poeta mediano es tam¬bién sincero consigo mismo, pero su modo de experiencia no se levanta mucho sobre el nivel común de los hombres, o no lo¬gra expresarse perfectamente; y el mal poeta es el no sincero, el que simula, el que se adorna con plumas prestadas, el que pretende hacer pasar el cobre por oro. Así también, el gran crítico es el que capta en su integridad el mensaje poético y expresa robusta y sinceramente su experiencia del poema; el crítico mediano es el que, aunque hable con sinceridad, no llega a penetrar en el mundo del poeta; y el mal crítico es el que tuerce, el que agranda o achica, el que deforma, el que traiciona.

ANTONIO ALATORRE

by thischarmingman1981

“Yes, I know. Made me from dead. I love dead. Hate living.”

Monday, November 1, 2010

Jenn Grant, Where are you now

Continuar

Sin un rumbo previsto,
con el coche a 120 por
la autopista,
y tú, a mi lado,
sonriendo,
hablándome sobre Julio Cortázar,
sobre su locura, la Maga,
y tu vida.

En tu cara de sueño,
en tus ojos,
aún nublados,
observo el ir y venir
de nuestra noche,
ese abrazo y
tu despertar.

-Estás muy callado,
dices, y pienso:
no quiero llegar
a nuestro destino,
no quiero
que se agote
el diesel.

Sólo quiero
que
nunca
acabe

Nuestro viaje.


Antonio Huerta, de su blo
Cuando denuncié (en los ensayos sobre el cine de ciencia ficción y Lukacs) cierto tipo de fácil moralismo, fue en nombre de una seriedad menos complaciente y más alerta. Lo que no entendí entonces es que la seriedad misma ya estaba empezando a perder credibilidad en la cultura en su conjunto, y que el arte transgresor que yo estaba disfrutando tanto solamente reforzaría las transgresiones meramente frívolas y consumistas. Treinta años después, el debilitamiento de los estándares de seriedad es casi completo, con la ascensión de una cultura cuyos valores más persuasivos e inteligibles surgen de la industria del entretenimiento. Ahora la idea misma de seriedad parece curiosa, irreal e incluso -como decisión arbitraria del temperamento- insana para la mayoría de las personas.
Los intelectuales tienen la tarea sisífea de continuar representando y defendiendo un estándar de vida mental y de discurso, en lugar del nihilista que los medios de comunicación promueven. Por nihilismo me refiero no sólo al relativismo y la privatización del interés… sino también al nihilismo más reciente y pernicioso, encarnado en la ideología de la llamada democracia cultural, el odio de la excelencia, el logro ‘elitista’ y exclusivo
SUSAN SONTAG

No hay motivos para vivir, pero tampoco hay motivos para morir, la única manera con que se nos permite demostrar nuestro desdén por la vida, es aceptarla, la vida no merece que nos tomemos el trabajo de abandonarla, el suicidio es muy cómodo, no paro de pensarlo, es demasiado cómodo, yo no me he suicidado, subsiste un pesar, no quisiera partir antes de haberme comprometido, quisiera, al partir, llevarme Notre-Dame, el amor o la República.
JACQUES RIGAUT, AGENCIA GENERAL DEL SUICIDIO.

by thischarmingman1981
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