Thursday, August 19, 2010

La prohibición de llorar, por ejemplo, engrandece el llanto. Carecer de amor significa, en realidad, amar. Si me prohíben amar, amaré diez veces más. Todo lo prohibido vive de cien maneras distintas; de modo que sólo vive más intensamente lo que debería estar muerto. Y esto vale para lo pequeño no menos que para lo grande. Muy bien dicho, y con palabras de lo más cotidianas, pero es en lo cotidiano donde residen las verdades auténticas. ¡Qué fascinantes, qué fascinantes son los frutos prohibidos!
ROBERT WALSER

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